Diciembre de 2011, comida de Navidad en Pineda y después de
haber comentado muchas veces la posibilidad de repetir el viaje de Gales 2003,
se pone la semilla definitiva del viaje a Escocia, Scotland.
Con Web enchufado e ilusionado, por un momento pensé que
quizás seríamos más de 4, pero con el devenir de las jornadas, Anabel desinfló el globo. Salvo
milagro, seríamos 4. Gran pérdida la de Anabel y un alivio la baja de un Web
que se hubiera pasado los 6 días rompiéndonos las pelotas.
Los meses pasaban y las vacaciones fueron cuadrando. En
septiembre ya todas las noches fueron de estudio de rutas, vuelos, hoteles…
todos los detalles, para que dentro de la incertidumbre que supone este tipo de
viaje todo fuera lo mejor posible. En este proceso Maru hacía de Web y Coto y
Ari pasaron de mi, hasta el punto que de Escocia sólo sabían que se hablaba
inglés, que hay castillos, que se juega al golf y que es la tierra del Whisky.
Tras decidir que el vuelo sería desde Málaga con Ryan
Mataté, empezaron a salir noticias de chinches en los aviones, aterrizajes sin
fuel y cabinas descomprimidas, etc. , etc. … lo que provoco el rechazo más absoluto de mi querida suegra
al viaje, ya que ella nos veía estrellados y sino era con el avión era con el
coche de alquiler, cuando le recordé que en Scotland el volante está al otro
lado. Su frase más repetida: “yo este viaje no lo entiendo”… hay!!!!!!!!
Para tranquilizar a Ari y mi mujer (los gordos nos partíamos
la caja) les prometí ofrecerle 10 euritos a la azafata nada más embarcar para
que no faltara gasolina. No funcionó y los nervios continuaron.
En el avión nos sentamos tres en un lado y Coto al otro en
los últimos asientos del aeroplano. Entonces una amable pareja de ancianos se
colocó a su lado y se puso a jugar al basket con Félix bloqueando el rebote. Es
decir, se paso 3 horas clavándole el codo como si la gorda fuera a aplastarlo
en alguna turbulencia.
Aterrizamos en Edimburgo y pillamos un taxi hasta nuestro
hotel céntrico y cumplidor en su
función pero sin lujos. En el viaje un amable taxista que había residido casi
dos años en Barcelona nos estuvo informando de diversos detalles y cotilleando
sobre nuestro viaje.
Cansados, la gorda y yo tomamos nuestra primera pinta
Tennent con unas patitas con sabor a cebolla que nos supieron a gloria.
La habitación de Ari y Coto resultó tener una mirilla doble
y una cuerda roja en todo el centro que nos provocó la mayor de las dudas. Ari
no se pudo resistir y tiro de la cuerdecita y bingo! Era una habitación de
minusválidos con una mirilla en la que Web no hubiera necesitado ponerse de
puntillas. Web te quiero, y si, mi madre está bien.
Sábado 13.
Tras un copioso desayuno donde Coto se negó a desviar
sutilmente unas barritas de queso hasta el bolso de su señora, partimos hacia la
cercana oficina de Avis donde nos atendió una nativa del Políngano de Edimburgo
que ni Berta “Swuanzenager”. Gracias a Dios, el Peugeot 508 SW cumplía con
nuestras expectativas y empezamos a rodar sin mapa de carreteras, sin navegador
y con la solitaria ayuda de un mapa de cortesía bastante insuficiente que nos
dieron en Avis. Yo le dí mi Iphoncito a Coto para que siguiera la bolita azul
por el camino previamente estudiado camino de STIRLING, lo que le provocó un
estrés parecido al de aparcar en Mapfre en Sevilla.
Llovía mucho cuando tras perdernos un par de veces llegamos
al Castillo de Stirling, escenario de la coronación de reyes escoceses y
múltiples batallas. Es digno de visitar (hay unos entradas que adquirimos para
tres castillos) y nos reímos mucho con unos disfraces de época que nos
colocamos todos menos la estirada de Marujita. Escapamos del parking sin pagar
haciéndonos los compatriotas de los inventores de IKEA.
Pasando por Loch Logmond and the Troussards, parque natural
de preciosas vistas fuimos subiendo hacia las Midlands y antes de pasar por Ben
Navis (montaña más alta de Escocia) el hambre apareció y tiramos de barritas de
queso de las que la gorda dio cuenta como el que más, importándole poco que
fueran suministros desviados.
Para entonces, con el mar a nuestra izquierda, nos
acercábamos a nuestro B&B Invernevis, que resultó ser lo que habíamos
visto. Una casa bonita con vistas impresionantes y habitaciones monas, donde volvimos
a ser agraciados con la mejor habitación. Coto y Ari empezaron a sospechar que
en mis reservas hubiera especificado que las buenas rooms eran para mi.
En FORT WILLIAMS cenamos sencillo pero bien, rodeados de
libros y con un cuadro de Valentín Escribano colgado en el comedor, para
finalmente entrar en un Pub tuburio donde dimos cuenta a varios tipos de Whisky
sólo.
Domingo 14.
Jim and Bean, dueños del B&B demostraron que la
puntualidad británica es una realidad y colocaron el desayuno antes de que Ari
y Coto llegaran al comedor, a la hora convenida. Maru nos desveló la realidad
del B&B y de la simpatía de Jim. Jim era varón y Bean, también.
Antes, el Caledonian Canal nos entretuvo. Nos aprovisionamos
de víveres y pusimos rumbo hacia la capital de las Highlands INVERNEVIS y nuestro
castillo en la cercana localidad de Dingwall. Castillo de Tulloch Hotel en el
que cumplimos el objetivo de dormir en un castillo y donde nos metimos una cena
homenaje extraordinaria en la que nos atrevimos incluso con las Gaelic
morcillas y un buen vino tinto de allende nuestras fronteras.
Lunes 15.

Pero tuvo su lado positivo, el camino discurría por la
conocida como RUTA del Whisky de Malta, lo que nos permitió visitar las
destilerías de Cardhu y J. Walker, que resultaron ser marcas hermanas. Fotos para
el recuerdo en el templo del Whisky.
A la llegada al errado Balmoral, vimos una verja preciosa y
cero del castillo refugio de la familia real británica. Pa habernos matao!!
Camino de Aberdeen con hambre y sin lugar donde hacer noche…
el estómago pudo a nuestra falta de techo y tras comernos unas pizzas, empezamos a buscar un sitio para no
dormir en el coche; por momentos y con la caída de la noche, la tensión se fue apoderando de las
féminas. Acabamos en Stoneheaven, pequeña localidad con un puerto muy bonito en
un B&B de unos viejecitos encantadores. Paseito, pintas y a la cama.
Martes 16
Desayuno y camino de DUNNOTAR CASTLE. Precioso
emplazamiento, pero la lluvia se cebo con nosotros. Igual que en el Castillo de
Stirling y como luego ocurrirá en Edimburgo.

El Hotel estaba bien,
muy céntrico y con un servicio agradable.
ST ANDREWS es de lo más destacado del viaje, por su encanto,
con vida universitaria, los restos de su catedral… y evidentemente, los dos
platos más fuertes, sus campos de
golf con The Old Course y la
maravillosa playa escenario de las carreras de la película Carros de Fuego.
Cotito se dejó la paga extraordinaria en las tiendas de golf
y los demás curioseamos y disfrutábamos del ambiente que rodea al mundillo.
Después de unas super hamburguesas disfrutamos del ambiente
y por la noche tomamos una pintas (una de las que degustamos tenía sabor a
manzana) mientras los locales veían a su selección jugándose un partido para
clasificarse para el mundial contra Belgica.
Miércoles 17
Había que salir pronto de St. Andrews porque el coche de
alquiler teníamos que entregarlo antes de las 10 am en Edimburgo y el viaje era de hora y media aproximadamente.
Todo fue bien, hasta que como era lógico, (dado que el mapa no tenía detalladas
las calles de Edimburgo) acabamos perdidos. Entonces, en un semáforo en el que
una señal indicaba dirección obligatoria a la derecha para los coches
particulares, mi sentido de la orientación me dijo que ese giro nos alejaría
definitivamente, así que haciendo caso omiso de la señal y con un Bus local pitándonos por detrás,
continuamos y nos metimos en una zona donde sólo deben circular vehículos del
servicio público y coches autorizados. Paramos y una amable sexagenaria nos
indicó en un mapa de las 4 guías de escocia que Maru llevaba hacia dónde ir, y
milagrosamente llegamos con 5 minutos de antelación al punto de entrega de
Avis, donde la “Swuarzneger” le realizó un exhaustivo chequeo al 508 SW que
pasamos sin problemas.
Taxi y llegada a nuestro hotel en la capital escocesa. Ese
hotel nos lo recomendó Susana de Viajes Vibo en la Buhaira y realmente era una
pasada por su situación e instalaciones.
Esperando para el Check in, Ari se fijo en un cartel donde las tarifas
de las habitaciones no bajaban de 500€/noche por las más económicas, así que
incluso pensamos si habría algún error y Coto ya se veía fregando platos,
porque la Visa después de la visita a St Andrews no daba para más.
Fuimos al Castillo de Edimburgo y no nos pudo llover más. Es
digno de visitar por su historia y emplazamiento en la ciudad, aunque muchas de
las exposiciones en el interior no eran nada especialmente atrayentes porque se
centraban en historia militar escocesa.
A la salida seguía lloviendo y nos dirigimos a la zona
comercial, dónde tras una parada técnica y estratégica para comer, pasamos el
resto del día, entrando en tiendas en la Princess Street y ya casi sin lluvia.
Por la noche cenamos y estuvimos en un Pub dónde degustamos
otros Whiskys y a la piltra en nuestras magníficas habitaciones del Frasier Suites.
El viaje tocaba a u fin.
Jueves 18 Último día
y viaje de retorno.
Finalmente, a las 2, recogimos las maletas en el hotel y el
taxista más flojo del mundo nos llevó al aeropuerto donde vivimos nuestra
última anécdota, ya que con la tensión del pesaje de maletas que Ryan Mataté
hace de manera tan exhaustiva, a todos se nos fue un poco la cabeza con el
equipaje de mano.
Maru, a pesar de mis sugerencias, decidió que los botecitos
de mermelada de whisky que traía de regalo no contaba como líquido. O sea, un
bote de gel no pasa pero las mermeladas según ella sí. Pero era que no y un
amable escocés con el que acabamos hablando de España y las diferentes marcas
de Whisky que habíamos probado se paso 20 minutos metiendo los botes en bolsas
de plástico de líquidos.
Pero, lo de Ari y Coto es punto y a parte. No sólo metieron
todo el neceser en la de mano y tuvieron que ver como los botes grandes eran
tirados, sino que además la gorda intento pasar con una muy útil navaja
multiusos que al ser descubierta provocó un Oh my God!! Y nuestro susto, porque la policía allí
no anda con tonterías y yo me veía en el calabozo del aeropuerto intentando
explicar porque mi amigo llevaba un arma blanca en la maleta. Fue confiscada y no sé como nos
dejaron pasar sin más.
Luego, tras las típicas tensiones en las colas de los
aviones de Ryan tuvimos un retorno sin incidencias y Málaga nos recibió con
agua y llegamos a Sevilla cansados pero contentos y dispuestos a disfrutar de
la boda de Chacún en compañía de nuestros amigos.
En resumen, un país bonito, y un viaje estupendo en el que
todo salió muy bien y nos reímos una barbaridad. Por cierto que el álbum de fotos es buenísimo!!
1 comentario:
Muy Bueno lo pasasteis genial ya ves que alguien te lee
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