jueves, 8 de mayo de 2008

Viaje a Comillas

Cuatro días dan para mucho o para poco, según se mire. En este caso, creo que el viaje a Comillas ha dado para muchísimo. Hemos conseguido dormir tres noches seguidas sin interrupciones. Hemos conocido un pueblo precioso y con un encanto enorme. Hemos hecho turismo y disfrutado del verde que inunda toda la zona hasta provocar una increíble sensación de paz que evapora el estrés por arte de magia.
Y como no, hemos disfrutado de la compañía de los amigos. Por supuesto, de los sevillanos con los que mantenemos un contacto más o menos frecuente. Y como siempre que he tenido la fortuna de compartir unos días con ellos, los geniales Antonio y Ricardo. Dos personajes que aparecieron hace ya tiempo en nuestras vidas cuando Cotito tuvo el acierto de traerlos a la Feria de Abril y que con el tiempo se han convertido en amigos nuestros.


Comillas nos recibió con lluvia el miércoles por la noche. Tras varias horas de sueño en un hotel lleno de encanto, el jueves no disfrutamos del cocido montañés, pero comimos en el puerto de Comillas y tomamos café en San Vicente de la Barquera, con un paseo por la costa de gran belleza.
El viernes ruta turística por Ruiloba: Sierra, Trasierra, Casasola, Liandres, Ruilobuca, Pando, Concha, Barrio de la Iglesia, encantadoras aldeas que componen un término municipal de ensueño por su paz y belleza.
El sábado al monte a conocer San Antonio y San Esteban con los gordos como guías.

Y lógicamente, la boda. Pero eso es un capítulo aparte…

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