
Hace un año que nos confirmaban que Puerta había fallecido. Se había dejado la vida en Nervión, en la casa del sevillismo, en el Gol Sur en el que mi familia siempre se ubico, en un graderío que apenas se separa 200 metros de la calle Palacio Valdés, dónde Antoñito correteaba de pequeño y ya soñaba con llegar donde llegó.
Dicen los que lo conocían como persona que era un tipo fenomenal, que siempre andaba bromeando y que a pesar del éxito profesional, no se había convertido en alguien distante y frío. Yo no tuve la suerte de conocerlo personalmente. Apenas me cruce siete u ocho veces por la calle en la que ambos vivíamos.
Antonio cambió la historia de nuestro club y nos brindó uno de los momentos más felices que recuerdo. Zurdazo y gol. Eran casi la 11 de la noche de un jueves de feria de 2006 y por fin, después de tantos años esperando, Puerta, un canterano, un joven de nervión, nos metía en una final europea, nos abría el camino del éxito.
No se conformó con esto, y se convirtió en un jugadorazo que se marcó dos jugadas increíbles en la final de la Supercopa que ganamos al Barcelona, y que tuvo la valentía de lanzar y marcar un penalti en la tanda de Glasgow de la segunda UEFA. Justo antes de esa tanda, con la afición asustada y apagada porque habíamos dejado escapar el partido en la prórroga, Puerta se dirigió a la grada y arengo a la afición para que reanudarán los cánticos de ánimo. Vaya crack!. No se asustó por lanzar, no se concentró en si mismo para preparar el lanzamiento, se preocupo de que la afición siguiera apoyando al equipo… y luego metió el cuarto penalti.
La semana de su muerte le escuché una entrevista radiofónica en la que señalaba las ganas que tenía de debutar en la Champions con su equipo de siempre. Pero no pudo ser. Le falló lo que en una noche de feria nos había robado a todos. Ya para entonces había debutado en la selección española, pero ya poco importa todo eso.
La muerte no tiene marcha atrás, y la de este chaval es de esas cosas que te hacen dudar de todo, incluso de tu fe. ¿Por qué se llevaría Dios a una PERSONA así? ¿Por qué de esa forma?. Injusto, doloroso e irremediable. Cualquier sevillista hubiera cambiado todos los títulos por la vida de Antonio Puerta. Pero ese cambio nadie nos lo ofrecerá.
La verdad es que parece que fue ayer cuando lloramos. No pasa un día sin que me acuerde de cómo se levantó y se marcho por su propio pie y pensé que se le podía haber acabado el fútbol. Lo que no pensé en aquel instante es que se le acababa la vida.
Ahora, desde aquello, siento la necesidad que mi equipo gane otro título. Pero no para disfrutar yo. Yo ya he disfrutado tanto con los títulos que ganamos con Puerta que no creo que me canse nunca de ir a animar al Sevilla. Quiero que ganemos para que se lo dediquen a Puerta y que todos los jugadores que nos vuelvan a hacer campeones recojan la copa con el 16 a la espalda.
No te olvidamos. Descanse en paz.
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