Ha pasado una semana y siguo reviviendo y recreándome en la gran experiencia de viajar con mi equipo de fútbol junto con mi padre y mi hermano, a vivir una final europea (y encima ganarla!).
Siempre le digo a Maru, que aún cuando no se puede perder la perspectiva y aún cuando es evidente que hay muchas cosas en la vida más importantes que el fútbol, el sentimiento que te levanta el equipo de tus amores es de difícil explicación, y que aquellos que no sienten los colores de un equipo no creo que puedan entender hasta que punto las cosas que le pasan a tu club es como si te pasaran a ti mismo.
Miro el carnet de cuando yo tenía 5 añitos, recuerdo mis primeros partidos en el voladizo de gol sur en el Sanchez Pizjuán, con mi abuelo Pedro y mi padre. Son tantas vivencias, tantos domingos compartidos con tus seres queridos... y a pesar de que la mayoría de alegrías no eran más que batallitas (gol de Francisco de cabezazo a la salida de un corner contra el Kaiserlauten!)
y que desgraciadamente si que se perdieron un par de guerras que nos llevaron a una categoría de plata que no es digna del SFC, nuestra afición no se esfumó y muy por el contrario nos hicimos fuertes en nuestro Sentimiento Rojiblanco con la esperanza de que algún día llegaran tiempos de gloria de los que escuché hablar a mi abuelo y de los que leí en libros.
Ahora he visto ganar tres títulos y pasearnos por Europa como campeones. Lo he podido disfrutar además en tan poco tiempo, que sin haber dejado de saborear lo de Eindhoven, Glagow ya se nos colado en nuestros corazones y en nuestras memorias para siempre. Mi hermano, mi padre y yo estabamos allí y no lo olvidaré nunca.
Hay muchas cosas que te pasan en las 60 horas de viaje y otras muchas que te sorprenden. Es tremendo ver hasta donde puede llegar la gente por estar con el equipo de sus amores. Dos ejemplos:
Un señor de cuarentaitantos hospedado en nuestro mismo hotel que había sufrido hacía dos años un accidente de tráfico dónde había perdido los huesos de la cadera; debía pesar unos 150 kilos y literalmente se arrastraba tirando de su cuerpo con las muletas(habitualmente va en silla de ruedas), había pagado las entradas en reventa por 400 euros e iba con su esposa e hijo... que fuerza de superación!
Lo otro que me dejo helado, es que vimos y coincidimos comiendo en un italiano con un padre que iba con su hijo, el cual no se que enfermedad tenía, pero si sé que iba en silla de ruedas y que sólo movía la cabeza y los brazos. Sin embargo, con su bufanda en su cuello y su camiseta del Sevilla comía una Pizza con cara de felicidad absoluta, orgulloso de estar allí con su padre y poder contarlo. La gente es muy grande!
Otra cosa que me dejó frío es lo de Juan Nuñez, íntimo amigo de Fernandito Coto, que cuando iba a embarcar se tuvo que volver a su casa por tener caducado el DNI y perdió todo, el dinero y la experiencia se quedaron en la puerta de embarque.
La tensión en estos viajes y el miedo a perder y que se vaya todo al garete, me hace vivir estas experiencias con gran tensión. Durante el partido, dada su intensidad y alternativas sufrí mucho; para colmo, me toco detrás el típico "tocajones" que se pasa criticando absolutamente todo lo de su equipo y gritándole a los jugadores. Con los años uno se hace más paciente y moderado y pude aguantar sin volverme a decirle un par de cositas. A ver si nos enteramos que en una final se anima y punto! Hasta la muerte señor, hasta la muerte!
Al final, lágrimas, alegría, grandeza.... levantenle un monumento a Palop, el fue la clave, el nos dio la gloria.
Saludos a los bicampeones, nos vemos en Madrid. Puede haber doblete. Yo me pellizco cada día y me cuesta creermelo.
A los béticos no les digo nada. Hay que disfrutar del éxito propio sin convertirlo en fracaso ajeno.
Viva el SFC!!!
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